Inicio Atacama La región que deslumbra al mundo mientras sigue esperando al Estado

La región que deslumbra al mundo mientras sigue esperando al Estado

La Región de Atacama convive con una paradoja tan marcada como sus contrastes geográficos. Mientras visitantes nacionales y extranjeros la consideran un destino único por su belleza natural y su valor patrimonial, el Estado parece mantener con ella una relación distante, centrada en la explotación de recursos y no en el desarrollo integral de su territorio y de su gente.

En su columna, Paula Carmona Cabrera, administradora turística internacional y magíster en periodismo de viajes, expone cómo esta dualidad ha marcado el destino regional por décadas. Desde la mirada centralista, Atacama suele representarse solo como un punto estratégico para la minería del cobre, el litio y otros recursos que aportan riqueza al país. Sin embargo, esa importancia económica no se refleja en infraestructura adecuada, inversión social sostenida ni servicios públicos equivalentes a la contribución que realiza.

La autora señala que basta recorrer sus comunas para evidenciar brechas estructurales: caminos deteriorados, obras postergadas, infraestructura de salud insuficiente y proyectos que avanzan con lentitud. Esto, pese a que Atacama aporta significativamente a la economía nacional y mantiene una identidad cultural profundamente arraigada.

En paralelo, quienes llegan como turistas encuentran un territorio asombroso: playas prístinas, cielos inigualables, el desierto más árido del mundo y comunidades que conservan tradiciones y ritmos propios. Esa valoración externa contrasta con la fragilidad del desarrollo turístico local, que muchas veces depende del esfuerzo de emprendedores y municipios, más que de una política estatal sólida de fomento, conectividad y conservación.

Carmona advierte que esta distancia entre el asombro del visitante y la indiferencia institucional refleja una falta de visión estratégica para una región que podría posicionarse como un referente mundial en turismo sostenible, patrimonio cultural y desarrollo territorial equilibrado.

La autora concluye que el desafío es adoptar la perspectiva de quienes viven en Atacama: sus comunidades, que conocen tanto el encanto como las carencias, y que deben ser protagonistas en la planificación del futuro regional. Solo así, afirma, será posible transformar la postal turística en desarrollo real y el abandono institucional en un compromiso efectivo.