Desde la localidad de Castel Gandolfo, donde pasa unos días de descanso veraniego, el Papa León XIV presidió este domingo su primera misa pública en la zona y realizó un fuerte llamado a una “revolución del amor” como respuesta a los grandes males que afectan al mundo, entre ellos las guerras, la pobreza, la indiferencia y los sistemas políticos opresores.
Durante la homilía, celebrada en una iglesia barroca diseñada por Bernini, el pontífice instó a los fieles a detener sus rutinas y mirar con empatía el sufrimiento ajeno. “Dejemos que la vida del otro, sea quien sea, con sus necesidades y sufrimientos, me rompa el corazón”, expresó.
Inspirado en la parábola del buen samaritano, León XIV pidió tender la mano a quienes “se hunden en el mal, el sufrimiento y la pobreza” y denunció la situación de “tantos pueblos despojados y arrasados” por la guerra y la exclusión económica.
El Papa llegó a la iglesia a bordo de un vehículo eléctrico, y antes de la misa rezó ante la Virgen del altar. Su mensaje de compasión y solidaridad se da en un contexto mundial marcado por múltiples conflictos armados y crisis humanitarias, y refuerza el tono pastoral que ha definido su incipiente pontificado.